sábado, 17 de marzo de 2012

El cristal con que se mira

Mientras seleccionaba varias versiones de una foto con procesados y estéticas totalmente diferentes, me vino a la mente la visión tan distinta y antagónica que tenemos de las mismas cosas en diversos momentos y circunstancias de la vida, o incluso, de como la ven otras personas. De pequeño, pensaba que el mundo se dividía entre buenos y malos, y que la solución estaba en que los buenos conquistaran y se impusieran a los malos. Después empecé a apreciar que los buenos no eran tan buenos como parecía y me decían, ni los malos tan malos. Que los papeles a veces estaban cambiados, y que la razón y los errores, generalmente estaban repartidos. Ahora creo que todo es relativo, que las personas tenemos nuestras luces, nuestras sombras, nuestros condicionantes y nuestras formas de ser, que varían según el sitio en que nos toca vivir y los ojos con que miramos las cosas. Por lo que en muchos casos, el entorno que nos rodea y los intereses que compartimos, condicionan a nuestra personalidad y nuestros actos.
Pienso que en el mundo actual, cada vez es más difícil distinguir lo bueno de lo malo por las apariencias y por lo que apreciamos a simple vista, siendo más real la frase de Campoamor de que “nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con qué se mira”.

Texto: Manolo Torres




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domingo, 11 de marzo de 2012

El templete de música

Aquella era una agradable y soleada mañana de invierno. Mientras caminaba recorriendo Ronda, descubrí un templete de música situado al final del parque junto al Tajo.
Algunos turistas estaban paseando por los alrededores o sentados tranquilamente en sus escalones. En el interior, se encontraba una pareja tocando suaves melodías de Loreena Mckennitt. Ella tenía rasgos europeos, tocaba el arpa y cantaba en español con una voz angelical. Él era de apariencia sudamericana y alternaba la guitarra acústica con la flauta.
En aquel entorno, y con aquellos sonidos armónicos envolviéndolo todo, flotaba en el ambiente una sensación casi mágica de tranquilidad y de bienestar. El tiempo parecía haberse detenido, las prisas se habían evaporado y los problemas estaban en el olvido.
Después de un rato, al alejarme y en el silencio del parque, todavía se escuchaba la música, cada vez más débil, hasta hacerse imperceptible por el ruido de los coches. Fue entonces, cuando de repente, desperté del sueño y me di cuenta que volvía de nuevo a la realidad.

Texto: Manolo Torres



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sábado, 3 de marzo de 2012

Sólo vemos siluetas

En la dinámica de la vida ajetreada y de prisas que generalmente tenemos, cada vez se llega menos al fondo de las cosas, y nos conformamos con lo fácil, lo trivial y lo aparente. Disfrutamos de más comodidades, estamos más informados y sabemos más de todo, pero no profundizamos en lo esencial, ni apreciamos lo fundamental. Es como cuando en una foto contemplamos las siluetas que se marcan en un fondo luminoso, en las que por muy atractivas que sean, no se distinguen los detalles interiores. 
Pienso que con frecuencia, la superficialidad con la que vivimos y nos relacionamos, nos hace orientar nuestro comportamiento, nuestros esfuerzos y nuestras ilusiones por el camino de lo superfluo y no por la senda de lo verdaderamente importante.
Texto: Manolo Torres









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