A veces, suponemos alegremente sobre nuestro futuro, lo pintamos todo de color rosa y nos ilusionamos montando castillos en el aire, idealizando lo que está por llegar como si se tratara de un paisaje de fantasía. Sin tener en cuenta, la dureza a la que nos tendremos que enfrentar, y sin saber si los esfuerzos que podemos realizar, son suficientes para garantizar el éxito.
Porque es fácil fijarnos objetivos utópicos y poco realistas en nuestra vida. Pero lograrlos, es otra historia. Además, el no alcanzarlos puede llevarnos a un vacío personal que nos frustre y nos cause una sensación de inutilidad y de fracaso.
Sin embargo, resulta evidente que no debemos renunciar a marcarnos metas elevadas, pero evitando caer en la inconsciencia o en lo irrealizable. Y con la mentalidad de que lo importante no es sólo conseguirlas, sino también el luchar por ellas. Porque, aunque posiblemente algunas no se hagan realidad, sí nos van a ayudar a mantener la motivación y el impulso necesario para superarnos, obteniendo unas conquistas personales importantes, que no serían posibles de otro modo.